No encontró ninguna flor en los desiertos,
ni ningún cardo en los jardines…
Las rosas, jóvenes, osadas y atrevidas,
se van de ronda por los áridos parajes
y vuelven con la sed de los estíos en busca...
de los bosques con jardines donde habitan.
Los cardos borriqueros, sin consuelo ni remedio,
mueren... más que viven, malviven,
en la sequía de los desconsuelos.
Una vez, una rosa amó a un cardo,
y se suavizaron los entornos,
y llovía fino, limando asperezas, fino...
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