Quizá también lloré por algún oscuro rincón,
y hablé solo, delante de un espejo delator,
y me circulé por algún abismo
para no sufrir ningún atisbo de lamento,
de aquellos suspiros ahogados
en desatinos y otros despropósitos.
Es posible que me cubriera de vinos,
que no de gloria, que ofuscaran la razón
y me hicieran histérico el existir,
pero es que te quería tanto...
que no soporté verte partir sin tren,
sin alas, sin rojos de atardecer...
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