Aquel balcón por el que asomabas
para ver pasar las últimas lunas...
aquel misterio de tardes noche
donde los suspiros y las nostalgias
perpetúan las ansias imperecederas...
aquel sendero salvando las acacias,
con bancos de piedra
entre los claroscuros del espeso ramaje...
aquella paz aparente
allá donde termina lo frondoso
y se convierte en estéril descampado,
donde la soledad deambula,
reviviendo las solemnidades
de los buenos aspectos que la vida...
nos deparó con su habitual generosidad.
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