Tenía la pericia de los vientos y la oportunidad de las lluvias.
Tenía la sutileza del poeta que contaba y cantaba,
a pleno y logrado decibelio, las grandezas de las almas en celo.
Tenía el sosiego natural del fondo de los acantilados más profundos,
y, como no, tenía la arrogancia sin desperdicio,
del corazón que acude y cabalga con ritmo y furia
hacia los más serios propósitos de verdad.
Tenía, en alta definición, el duende de las musas...
que andan libres y acarician con abrazos de aquellos que te regeneran,
y, como he leído recientemente, te reinician.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada