Un escalofrío, un impacto gélido,
que acaba en sofoco y tembleque…
No esperaba una canalización de sonrisa
tan bien controlada y dirigida,
en un atardecer de luna traviesa…
Y, al salir del frío, por los efluvios del calor
de un corazón feliz y acelerado,
me doy un baño de prudencias delatoras,
y te cuento de mis días buscando tus horarios,
y mis noches eternas...
escribiendo versos a los vientos,
para que te los acerquen
a través de una brisa firme,
y te acaricien la sonrisa,
esa que me vence y gana...
y me lleva en vuelo por los azules.
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