Aquí es difícil que caiga la nieve,
las tardes se alargan entre rociados rojos
de un sol que se resiste…
La tarde muere lentamente,
y yo vivo sus últimos instantes,
pintando el cuadro del ocaso
y soñando en el futuro amanecer,
que siempre es de un resplandor creciente,
y que también puede pintarse,
para engrosar la colección...
de los sueños dorados de luz.
Cuánta maravilla de colores de fuego,
que amortecen y luego renacen y relucen...
en busca de dar los buenos días a las flores.
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