La soledad que procuras,
acaba congelando los entornos.
Harto de todo, de cenas
a las doce... de la noche, claro,
después de haber cenado a las nueve.
Harto de decirle al no que sí,
de presumir de libertad...
sin apreciar esclavitud
en los máximos de la susodicha.
Harto de que no pase nada,
de que todo sea más de lo mismo,
y lo mismo sea un mucho menos,
de todo aquello que soñaste un día...
Y así, en estas condiciones, te vi...
y nací y me desharté y tuve hambre,
y aterrice los sueños, y soñamos juntos.
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