Te vi asomada al balcón,
mirabas la luna, parecía,
y un violín lloraba cerca.
Yo pasaba cada día,
lentamente, y miraba...
tu ventana sin luz ni música.
Pero esta vez, asomabas,
respirabas, quizá soñabas,
quizá hablabas con la noche,
que relaja, acoge y aconseja.
Y yo pasé, como siempre,
como caído de un olvido,
fugaz como una estrella,
feliz como un encuentro…
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