No era un disfraz ni era una pose,
más bien un atractivo natural,
un compendio de brillo candente,
llamaradas en suaves de calma,
que preludian un amago de sonrisa...
Lo normal y normativo habitual,
es que la belleza sonría,
y la sonrisa transmita belleza...
No, no, nadie puede ir por ahí,
de simpático, de gracioso en postgrado,
porque es muy triste, lamentable,
querer aparentar, sin ser, ni sentir...
Siempre proclamo un clamor,
en los aconteceres naturales,
con sonrisa de luces con sol,
en un trigal con amapolas.
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