Se paró el viento y el frío,
cae la tarde y la nieve acaricia.
El camino blanqueó los verdes,
aquellos ya en decadencia decrépita.
Compartimos paraguas blanco,
y cada paso queda en el sendero,
como un recuerdo perecedero, simbólico...
El horizonte es también blanco,
y, entre la neblina espesa,
vuelan los ángeles cantores, buena gente,
compañeros que acompasan los suspiros...
Es un cobijo que estrecha el abrazo,
y, como en la canción, un cielo de plata,
sólo para los dos... nosotros.
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