Abrasaré todo el jardín,
con el paso de mi alma en fuegos,
y un humo de incienso perfumado
dejará una estela apasionada...
Por aquí pasó el amor perdido,
la muerte de la afinidad,
la desilusión, el ocaso, el fin...
Ahora el paseo floreado,
es el templo de la nada, del vacío...
Se oirán apenas las voces sin aliento,
entre las nieblas que no apagan
las llamas de la muerte en vida...
Y en un salir del sol, sin pausa,
irá secando los regueros nefastos,
donde estalló la discordia opaca...
Después, se ofrecerá un nuevo amanecer…
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