Por entre mis sueños despiertos,
cabalgó, alguna vez, la prudencia.
Uno era el bueno del circo,
buscando éxtasis por los discretos.
Tú eras un amago de cielo,
con ojos, claro, te hablan,
los ojos, digo, muy claro.
Tú embellecías a miradas,
las delicias posadas en el césped,
allí por donde el sosiego
abraza la paz y los deseos...
En mis sueños más lúcidos,
la luz atravesó los claro oscuros,
pese a la prudencia y lo discreto,
pese a todo, tus ojos luz,
siempre iluminaron mis sueños.
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