Hay veces en que la biografía de alguna persona, tendría que escribirse con un dardo en la mano, que fuera ajusticiando cada despropósito de su existencia. No fue suficiente sufrir la muerte de un hijo, un lujo de criatura, de su mujer, y de sus padres... Ahora, casi sin previo aviso, un tumor, que no era ni maligno, se lo llevó, con su sempiterna sonrisa adornando su adiós. En el barrio nos queda el vacío de un hombre que los acumuló todos, y los vivía en sus silencios más íntimos, un hombre que, pese a todo, era agradable, social, básicamente buena gente. Los que de alguna manera tenemos alguna fe, te vemos con los tuyos, Carlos, y siendo nuevamente feliz, con ellos y con tu música. ¡Descansa en paz, amigo!
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