Hoy anduve a la inversa de lo habitual, y dejé el mar a mi espalda, y me recreé en el jardín vertical que, ahora en mayo, es una belleza en verde, moteada incluso, con alguna florecilla oportuna que le da un toque especial de colorido. Las palomas encuentran su paraíso, pero hoy también vi brillar un delicioso amarillo de unos diminutos pajarillos, revoloteando por los cercas de un nido artificial, pero que parece que aprovechan de lo lindo. Prosigo, paso por delante de Erosky, contemplo un hermoso césped recién cortado... precioso, todo el mundo de acuerdo, menos la hierba, claro. Llego hasta la Rambla, noto los gemelos, pero menos que otros días, la subiré hasta ver el mar y tocar el hierro del balcón, después bajaré tranquilamente las escaleras, como cuando era estudiante, y llegaré a la estación de los trenes, y como no, haré parada recreativa y contemplativa, y después iré a la Plaza de los Carros, y pasaré hacia las playas y el puerto, donde el Azzam y las palomas en sus cuerdas de amarre, me esperan cada día. De aquí, ya para casa... Pondré una música de ambiente, un piano con saxo, y me haré una reparación de ducha y sofá, hasta que llegue la siempre princesa de la casa. Hoy es su aniversario, ella no cumple años, regala presencias, y nos iremos de comida de celebración. Paseo, a la inversa, pero con final de mar y sol de Teresa.
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