En un pueblo de Teruel,
a las afueras, cerca de un huerto,
parcelado con cierto gusto
con los cultivos del tiempo,
en un cara al sol, espléndido,
sentados en una piedra,
un matrimonio mayor, descansa.
Ella con pañuelo y cara estrecha,
faldas largas y ojos soñadores,
pero con calma y cogiendo del brazo
al marido, con blusa negra y calza verde,
y semblante pacífico, tranquilo.
Me ha hecho gracia verlos, tal cual.
Nosotros vamos en camino...
de la vida contemplativa de los huertos
que hicimos de nuestras vidas...
Estaría bien un final a dos... entre verduras.
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