dimecres, 18 de juny del 2014

La justificación

Qué placer… me encanta el placer,
el de las madrugadas después de las tormentas,
amaneceres del restablecimiento…
Uno se hace el remolón, vicioso,
y se toma el derecho al ocio y se queda en la cama,
recordando los truenos y las luces de la noche.
Soy el patrón de mi barco y, a veces,
me vencen las olas, aquellas sin viento ni bucle…
Pero el jubilado tiene sus derechos…
a pasar de los escritos, sin perder las normas,
y a acariciar los Prioratos negros,
después de los ejercicios cotidianos.
Descansada vida, fatal descanso…
del que se deja llevar por sus derechos
y hace de lo habitual el despropósito,
pero "beatus ile", feliz aquel...
que, en un momento dado, se da el momento.
Mientras, anoche, desde mi ventana,
la estratégica, la favorita, la tempestad,
preludio del buen sueño, paz de hogar.
Mañana, sin excusa, toca ritmo y marcha,
y buen tiempo… debería,
el cuerpo me pide visiones, crujidos, andares,
por donde los habituales nos gozamos,
más que nada, para justificar la tortilla de patata
y los vinos, evidentemente negros y, como no, del Priorato.

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