Los árboles del barrio florecen azules,
que maduran lilas con azote de soles.
El verano se enuncia, como la espada,
con vivo reflejo… parado, achicharra,
y en acción se suda entre brisas.
Agua y cerveza, ducha y gaznate,
y cada uno en su casa y su sofá.
Las ventanas ya lucen mosquiteras
y el aire busca extremos y se inventa
y el acondicionado ya es objeto de caricia.
El verano se acerca, sudor, lágrimas sin pena,
el peligro del refresco, la sombra, el helado,
la noche… la siesta, el libro, la música, soñar…
Los niños gritan i los bancos de la plaza
se llenan de abuelos forzados, felices,
felizmente forzados o forzadamente felices.
Mientras, las moreras sacan sus hojas de sombra
y los gusanos de seda aplauden…
y el barrio vive y bebe y terracea,
y la gente se simpatiza y sonríe,
y nos aclientamos cara al sol.
La fuente eleva sus múltiples chorros
y su estanque anida las pelotas
de los niños con abuela y madre lejos…
Los árboles del barrio florean azules,
el verano se anuncia esperanzado,
la plaza se viste de gente y sonrisa…
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