El problema era encontrar una piel de cordero y un instrumento musical manual, que hiciera algún ruido, porque el ánimo para vencer al frío lo teníamos todo, y el itinerario estaba claro… primero la familia y los vecinos, luego los amigos, y sobretodo pedir permiso con educación y respeto, y luego a cantar y a anunciar con vuestra cara de niño, que hay otro mundo, que no puede persistir tanta torpeza, y que como dice la canción, cualquier noche puede salir el sol, y acabar la ofuscación…
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