no saben mirar airados, como en el madrigal de Cetina,
sólo miran comprensivos, generosos,
penetrantes, con la lágrima a punto,
como los higos con su oportuna gotita de miel.
Tampoco conocen la ira, se complacen...
en la suavidad que vence y convence,
en expresiones de vocablos líricos…
Del mirar de sus ojos sólo salen alivios mágicos,
extremadamente dulces…
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