Me gustaría saber escribir música,
estar familiarizado con los pentagramas,
para mandar a los vientos brisa mensajes de dulzuras,
como aquellos que mandan las zambombas navideñas.
Y me veo en la nieve, con abrigos de pieles de cordero,
y una bufanda de lana de la abuela, nariz roja,
hielo en los pies, pero calor del bueno...
en el corazón emocionado y cantor de villancicos.
Luego me repongo y escribo mis deseos de paz y concordia,
pese a lo utópico que parece y se demuestra cada día,
por los doctores de la ley del embudo…
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