El beso fue sin luna y sin nubes,
pero eso sí, poco a poco, tímidamente,
fueron apareciendo las estrellas,
como si de nuestros corazones
fueran saliendo surtidores
de un manantial de ciertos del alma,
resultó que eran mariposas interiores,
que, lejos de exaltarse,
buscaban el abrazo en consenso,
y daban rienda suelta...
a sus sentimientos más sinceros.
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