Mis ojos se van tras el recuerdo,
y aquella ráfaga de esplendores se presencia,
precediendo al más lúcido amanecer.
Y veo aquella especie de aura, aquella solemnidad,
aquel estar y decir en propiedad,
aquel callar como la más explícita de las comunicaciones.
Siempre agradecí al cielo...
el ser un buen conductor del calor y del sentir,
y hasta tuve la sensación de haber recibido...
un rociado de aquella luz, que se fue con el día,
y quedó en el recuerdo como algo imborrable…
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