El rincón de pensar, léase almohada,
o el rincón de llorar o de reír,
que con el tiempo suele ser el mismo,
y parece concurrido de historia.
Allí aparecen los espíritus de lo posible,
que no lo fue, de lo diáfano...
que acabó en negro,
de lo utópico que fue real, las dudas...
los ciertos y todos los espasmos
que no estallaron de milagro.
Por allí andamos y nos vemos,
entre hipócritas sonrisas
y sentimientos más o menos...
encontrados o perdidos.
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