Uno pondría tus ojos en las portadas de todos los cielos,
donde se gozan y festejan los infinitos.
Y los pondría en los libros de ciencia para valorar las simetrías,
y en los de poesía para observar cómo el ritmo y la música
llevan las palabras a pasear por los jardines de las rosas blancas.
Uno pondría tus ojos en todos los espejos,
para que el mundo pueda verse,
igual que aquel toro que se enamoró de la luna...
y todas las noches la contemplaba en el estanque.
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