Un viejo sol que regala sombras en su decadencia otoñal,
un amanecer que aterrizó una noche de fiesta,
una tarde tan plácida, tan nítida...
en la que se paró el tiempo y cayó la nieve,
como si llovieran besos de rosas blancas,
como pétalos, minúsculos de forma,
pero inmensos de aroma y con todo el calor de los fríos.
Y, después, el sol rejuvenece y se hace esperanza y bella primavera.
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