Mujer sola, de mediana edad, buena ropa pero vestida con escaso buen gusto, cabellos de peluquería cara para aparentar que va despeinada. Lleva una gran maleta que arrastra con un carrito. Va hablando... y no veo que lleve ningún teléfono de esos que esconden en cualquier parte. Se para, grita, pontifica, se desespera... y acaba llorando derrumbada en un banco de la plaza. Esta vez no pude oír nada de la disertación, sólo espero que aparezca una luz de comprensión y el amor que haga el resto, con aquellos brazos que abrazan de verdad y dan sentido…
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