Me la presentaron en aquel tiempo donde no se daban los besos con tanta facilidad. Su mano era firme y suave a la vez, y su sonrisa no vendía nada, sólo mostraba una propiedad innegociable. Hablaba poco y oportunamente, consecuente, racional, haciendo piña con lo coherente, sobretodo si tenía visos de honorabilidad… Escuchaba mucho, interiorizaba y cocía para sus adentros lo que después eran suculentos manjares, servidos en cada palabra... razón pura.
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