Recuerdo tu cola de caballo, alta, majestuosa,
como un surtidor de joven belleza,
tus pequeños pechos pidiendo paso,
tus caderas en plena evolución, y tus ojos negros...
pantalla de explicaciones llenas de luz.
Recuerdo tu olor a limpio y a casi mujer,
tu sonrisa a juego con tus inmensos azabaches,
donde los no osados practicaban los respetos,
y los más echados para adelante...
se estrellaban sin remedio.
Recuerdo, con ternura, tu primera entrega,
tus primeros pétalos de puro aroma…
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