La hicieron sentir endiosada, centro y cúspide,
mariquita espléndida en un jardín,
mariposa que atraviesa el arco iris...
que el sol forma con la fuente de mi bosque favorito.
Un día la vi con los pies en el suelo,
sin más alas que una mirada limpia,
sin más compañía que la soledad de una cruel indiferencia.
Me acerqué y anduvo conmigo, y aprendió a sonreír,
se humanizó... y entró en los brazos abiertos de la vida.
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