Desde mi isla desierta,
te mando un mensaje en botella,
y la mar, en un bramido de olas...
a la velocidad de la luz,
te cuentan del bajo tono de las flores,
del cantar amortecido de los jilgueros,
de las hojas sin vuelo ni brillo,
y que la belleza ha perdido su esplendor.
Y tú, te montas en la primera gaviota,
y te vienes, y la isla y yo...
recuperamos la luz y la ilusión de vivir.
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