Llegó del brazo de un aprecio,
mostrando sonrisa,
ofreciendo concordia y peña,
una de las nuestras, dijimos todos.
Además era morena...
con colores de manzana en las mejillas,
y en sus ojos se adivinaban luces,
de aquellas que enriquecen los amaneceres.
Su sonrisa invitaba al consenso,
niña de vinos con medida y canto fácil,
una más, quizá una mejor.
Fue una niña de agosto, y nos dejó su luz…
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