El atardecer era un poco más frío de lo habitual.
El poeta, en la roca donde los aficionados
pescan a primeras e intempestivas horas,
se sentó, perdiendo su mirada saltarina...
por las olas cercanas y los horizontes lejanos.
Una brisa le trae una nostalgia y le arranca un verso
que se escapó de un poema con pretensión de poesía.
Poeta, que te inspiras entre humos y cafés,
pero aún más en los cielos que se bañan en el mar,
donde se desdudan las primaveras, rugen los veranos,
sestean los otoños y se afinan los inviernos, como los violines…
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