Tú, y el resto a tu sombra,
y tú, por más que te esforzabas
en ser resto sin sombra,
no lo conseguías.
Es que nadie es como tú,
nadie tiene tu talante,
ni tu talento, ni tu gracia innata,
forjadora de profundos sueños
en un azulado verde de ensueño.
Nadie sonríe con acordes de piano,
con teclas perla,
invitando a tocar melodías
de suaves almas líricas.
Nadie tiene una proximidad
que cobije tanto, que abrace tanto.
Nadie es como tú...
una inconfundible suavidad
rebosante de gracia y dulzura…
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