Suele ocurrir...
uno le cuenta a la niña
del amor de un amigo,
y ella responde:
¿y tú qué, de qué bebes y vives,
además de ser mensajero?
Se casó con ella,
se olvidó al amigo,
como una magia hiriente
sin intención de origen.
¿Y por qué no?
Paso, veo y observo
con licencia la ofrecida tentación.
Y me avengo, compongo, convenzo…
el amor y sus tretas,
quizá a la vuelta de la esquina,
esperará a mi amigo,
y la vida continuará,
reparando injusticias,
siempre que pueda, seguro.
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