Quizá nunca te llamé princesa,
o te dije que eres un cielo,
pero seguro que te acerqué
al jardín de las rosas blancas
para compartir aromas,
y doy por hecho que te llevé...
a una playa desierta,
para que vieras, sin más presencias,
todos los cielos posibles
reflejados en las olas.
Quizá te humanizara,
quizá amé obseso tu belleza natural,
por eso comprendí que lo auténtico
no lleva adornos superfluos,
por eso… nunca te llame princesa,
ni te dije que eres un cielo.
Tú eres lo posible...
aquella verdad que no calla y ama.
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