Y en el río, después de unos gozos en paseo,
un puente viejo donde pasaron mil historias,
y ahora la gente pasa, titubeante, hacia la calle nueva,
que lleva al pueblo resurgido.
Me siento para ver la bajada del agua,
nerviosa, arrastrando y rodando piedrecitas de colores.
Se escucha la paz, sobretodo aquella que tiene música...
de hojas y de pájaros exhibiendo sus trinos de cortejo.
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