En la barra, detrás de un vino, a expensas de los vendedores de desprecios, traga y otorga siempre que se cubra el precio del vino que consume. Aparenta un pobre hombre, una víctima del vino y de la vida, pero, a veces, parece un sabio que contesta con acierto a las miserias que le circundan. No es lo mismo un pobre hombre, que un hombre pobre… Quizá los pobres hombres se ríen del hombre pobre, resulta penoso, ¿verdad?
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