dilluns, 29 d’agost del 2016

Un tramo de irrealidad

Un domingo con sol,
una tarde después de una siesta,
allá en el rincón,
en el ángulo oscuro sin arpa,
me contabas de tu colección de flores
y tus mares de suspiros,
y yo que jugaba con los versos,
te hablé de mis laureles,
los posibles, los soñados,
aquellos que se cobijan en el alma.
Acabamos riendo,
meciéndonos quizá...
en un tramo de irrealidad.

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