En muchas playas han peinado las arenas,
incluso las han regenerado con otras de otros lares,
han desaparecido los rincones con dunas,
los apartados de acantilado se han llenado de nostalgias.
La caballería desmontada de la urbe ardiente ha desembocado,
ha sido una invasión sin miramientos,
se ladra de forma compulsiva, ruge el verano,
se estremecen los desesperos y las nostalgias.
El agua y el sol los calmará y activará a la vez,
y el tiempo los devolverá al asfalto, y el mar respirará tranquilo,
pero en los primeros fríos notará en falta su aliento,
y algunos, como yo, volveremos en invierno a recordar pasados,
a celebrar presentes y remansos de paz azul…
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