Y yo leía tus poemas,
siempre de poesía repletos,
con algún verso recreándose,
con todas las realidades posibles,
las tuyas, bailando en cantes,
profundos, muy sinceros,
llenando el mundo de ecos de verdades,
todas maravillosamente bien contadas.
A menudo pienso en cuán cerca
nos ponías tus vivencias,
y, cual la espada de Darío,
nos anunciabas tus vivos reflejos…
¡Siempre en el alma, amigo!
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