Ya sabéis que yo no regalo flores, sólo la acerco a los jardines. Tampoco soy de los que puede transformarse a gusto de la consumidora de turno, soy el que soy, y siempre pongo a sus pies mi autenticidad. Conmigo no hay equívocos, no soy negociable, y mi dignidad está fuera de toda duda. Así que, con todo esto, no soy de fácil acceso, pero siempre reconocible y a mano.
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