La luna me ha pedido salir
y yo me he dejado convencer,
y hemos ido de ronda
por las ventanas más preciadas,
y hemos cantado las mejores trovas,
e incluso alguna moza de mejilla sana,
como de cereza, asomó asombrada,
y arrancó un suspiro y anheló un deseo.
Luego paramos en el bar de la esquina,
y, entre algunos vinos, me contó...
de sus andanzas por la noche,
y me habló de un deseo:
“Otra vez salimos de incógnitos,
a la luz del día, y sorprendemos”.
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