En el mar las aguas se elevan dando saltos de libertad,
quieren recuperar su sabor a sal sin linimentos,
y el azul de cielo, sin rojos de gamba.
En el jardín sólo resisten las rosas,
que nunca dejaron su aroma a los vientos,
y que ahora acompañan al otoño en sus primeros pasos.
De mares y jardines mi alma está llena, de sal y aromas…
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