Una mano amiga, cercana,
un pecho firme, propicio,
al abasto, para reír o llorar.
Hoy me ha hecho llorar,
me ha proclamado a los vientos
la voz de mi conciencia
más íntima, más real y verdadera.
Amigo que quieres mi bien,
y se lo discutes,
y casi se lo impones… a mi yo.
Amigo, tú ganas, aunque a veces,
entre mis lágrimas...
inconscientes, delirantes.
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