La calidez de una madre mirando a su hijo embelesada, viéndose en él, y acariciando un futuro, al que quisiera proteger y cultivar de la mejor manera. Lo hablará con el padre, y ambos, que no son dudosos en amor, habrán de aprender para que ese desarrollo natural, progresivo y sistemático de las facultades humanas del niño, se consumen sin concesiones y sin una mala interpretación del amor filial. Ser padres, un hermoso reto...
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