Las confluencias, los aprecios,
los abrazos, las afinidades...
van como un manojo por los bosques-
Allí las hojas aplauden en crujidos,
y las flores se ponen guapas
para aromatizar sus paseos.
Puedo hablarte, niña mía,
del resplandor de los brotes naturales
y del río que les da vida.
Puedo hablarte, preciosa,
de los verdes primavera...
en tránsito al amarillo otoñal,
pero nunca te hablaré de los desiertos…
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