Me llegaste con la calma...
con la que los cielos azulean las marinas,
me penetraste con la prudente intensidad
que el sol invade mi ventana,
me impactaste como aquel fluir de ojos
en certera diana…
Me ganaste, como una especie de ángel
recién estrenado e inexperto,
y me hiciste sentir maestro y protector…
Al final es cierto aquello que cuenta el poeta:
“No soy lo que soy, soy lo que siento...
cuando estoy contigo”,
un estado de feliz nobleza y plenitud total.
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