Hay amores que no son de flechazo, de impacto, de aquellos que llaman a primera vista. Los hay que son a través de la curiosidad, de la incertidumbre, incluso del desafío o del descubrimiento. Otros surgen como sin querer, a pequeñas dosis, como aquel vino que entra suave y fresco, como el Ribeiro, y luego se agarra y se queda y te conquista para siempre. Amores, todos con su aquel… y aquella.
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