Aquel toque de misterio,
aquella inestabilidad,
aquella vulnerabilidad,
aquella supuesta inocencia
que sus ojos delataban incierta.
Aquella presencia firme,
sorteando disimulos
a la luz de tus ojos de tigre.
Aquella sutileza en los decires,
sin decir mucho,
dejando adivinar todo…
Aquella voz experta en mil silencios,
que dejó el clamor en el desierto,
y ahora recrea mi alma,
y la activa, y la conmueve…
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