No sé si vino entre las olas
de un mar insinuante y cadencioso,
o entre las alas de un misterio,
que apareció después de haber sorteado
a las nubes más expertas en contradicciones,
o quizá entre un entreacto de sonrisa a bostezo,
para liberar los absurdos
de todas las contingencias e ilusiones.
El caso es que nadie sabe cómo ni de dónde,
pero lo cierto es que, de repente, el río lleva agua,
y esta, amigos míos, …apaga el fuego.
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